¡el problema con los vecinos de los parques, sobre todo el de la plaza Entrellusa!
A QUIEN LE PUEDA INTERESAR, QUE ESPERO QUE SEA A MUCHA GENTE.
ESTOY MÁS QUE HARTA DE QUE RIÑAN A LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE ESTE PUEBLO POR JUGAR A LA PELOTA EN LOS PARQUES. ME PARECE DE VERGÜENZA QUE DEJEN A LOS PERROS JUGAR EN LOS PARQUES CON SUS DUEÑOS, A LA "PELOTITA" Y QUE A NUESTROS HIJOS E HIJAS LAS ECHEN FUERA, E INCLUSO LLAMEN A LOS MUNICIPALES PARA QUE LOS RIÑAN.HABLANDO EN PLATA ESTOY HASTA LAS PELOTAS, Y NUNCA MEJOR DICHO, DE ESTA SITUACIÓN , QUE ADEMÁS ES DIARIA.
ALGO TENEMOS QUE HACER LAS MADRES Y PADRES AL RESPECTO, DIGO YO, SEÑORAS Y SEÑORES ESTOY DISPUESTA A LLEGAR DONDE HAGA FALTA PARA QUE ESTE PROBLEMA SE SOLUCIONE.PERO SÓLA NO PUEDO, NECESITO VUESTRO APOYO.¿QUIEN ME QUIERE AYUDAR?
ES UN PROBLEMA DE TODOS, PORQUE LOS QUE NO TIENEN HIJOS/AS LOS TENDRÁN.ESTOS RAPACINOS NECESITAN UN LUGAR DONDE PUEDAN JUGAR A LA PELOTA Y NO SEAN TRATADOS COMO CRIMINALES, PORQUE YO CREO QUE ASÍ LOS TRATAN "ALGUNOS VECINOS".
¡HAY QUE ACTUAR! POR NUESTRAS HIJAS Y NUESTROS HIJOS, SE LO DEBEMOS.
1 comentario
Marta -
Llevo por mi condición de madre, varios años frecuentando los parques candasinos y lo que tus palabras expresan, no es otra cosa que el pan nuestro de cada primavera y otoño.
En verano porque tenemos la gran suerte, de vivir en un lugar que cuenta con playa y en invierno, el cambio horario y la adversa metereología, hacen que los niños apenas puedan disfrutar de las zonas de recreo, con que cuenta nuestra localidad. Es por este motivo que la primavera y el otoño, son épocas en que parques y plazas, se llenan de niños ansiosos por jugar y disfrutar del aire libre.
No hace falta ser un experto en Sociología, para percatarse de que en nuestra sociedad, el periodo que abarca la infancia, cada vez se acorta más, es decir, los niños cada vez alcanzan la preadolescencia y adolescencia, a edades más tempranas. Pero no importa, a pesar de que la infancia hoy día, apenas dura hasta los 11 ó 12 años, aún así, no tengo la menor duda, los niños estorban, molestan, incordian.
Cabría pensar que puesto que el máximo representante de nuestro consistorio, durante años, ha ejercido la profesión de maestro, debería estar especialmente sensibilizado con la problemática y necesidades de los niños. Nada más lejos de la realidad. Es lo que se desprende de los carteles que cuelgan de todas las paredes de la Plaza Entrellusa: PROHIBIDO JUGAR A LA PELOTA. Carteles que dan alas a quienes cada tarde, se sienten molestos con la sola presencia de niños jugando y que no dudan en llamar a los agentes de seguridad municipales, que en muchos casos, avergonzados y azorados, se acercan a los niños para simplemente, pedirles por favor, que jueguen más suave o que intenten hablar más bajo. Y es que según sus propias palabras, cuando acuden a la Plaza en cuestión tras recibir la denuncia correspondiente, nada tiene que ver lo que allí sucede con lo que esperaban encontrar. Suponían tener que vérselas con chicos de 15 o 16 años haciendo el gamberro y poniendo en peligro bienes privados, mobiliario urbano e incluso personas, cuando en realidad, lo único que ven son niños de entre 2 y 11 años, jugando inocentemente y ajenos a todo lo que ocurre.
No creo ser yo una humilde y simple madre, la persona idónea para recordar a un profesional de la enseñanza, la importancia que tiene el juego en la formación de los niños como personas, cómo posibilita el encuentro de unos con otros y cómo con ello, facilita su vida social y afectiva. El juego es la actividad propia y característica del niño, el cual necesita jugar como necesita vivir. No se puede concebir la infancia sin juego, impedir o poner trabas a que un niño juegue, es robarle la infancia, anticipar su vida adulta. Podemos afirmar por tanto, que el niño tiene derecho a jugar, que los adultos tienen la obligación de posibilitar el cumplimiento de ese derecho y que la Sociedad y el Estado, tienen responsabilidades frente al juego del niño, al igual que las tienen con su educación. Así, jugar es un derecho del niño, la defensa de ese derecho y la garantía de su realización, debe estar en el ámbito de las leyes.
Situar una plaza pública frente a un colegio, a escasos 25 metros del mismo, habilitarla con todo tipo de elementos lúdicos, disponer de una gran explanada que los niños, por instinto, utilizan para juegos colectivos y deportivos y prohibirles jugar a ellos, no es lo que yo entiendo por posibilitar el cumplimiento del derecho de los niños al juego. No permitirles jugar a la pelota es como invitarles al cine y no dejarles comer palomitas, o pasar un día en la playa y no darles permiso para bañarse.
Sé de buena fuente, que hace algo más de un año, el Alcalde y una concejala, se reunieron con la presidenta del AMPA, querían conocer las necesidades que tenían los alumnos del centro. Ya entonces creí adivinar que tras este hecho, se escondían intereses políticos, que no era del todo sincero y desinteresado, sobre todo por la sospechosa proximidad con las elecciones a la Alcaldía de nuestro municipio. Como ya he mencionado, ha transcurrido más de un año y soy conocedora por la misma buena fuente, de que ningún representante del Ayuntamiento, ha vuelto a dirigirse a nuestro AMPA con ninguna intención. Sospecho que tendrán que pasar, al menos otros tres años, para que tal cosa ocurra.
Quizá los padres que pedimos que nuestros hijos puedan jugar a la pelota, con la bicicleta, la cuerda . en los parques públicos, estemos equivocados, quizá lo que debiéramos exigir en realidad, es que nuestro Ayuntamiento subvencione a cada niño una videoconsola de última generación, encerrar a nuestros hijos en sus habitaciones y permitirles salir única y exclusivamente, para comer y asistir al colegio. Aunque claro, eso supondría prescindir de esos carteles que en cada uno de los accesos a nuestra localidad, anuncian a bombo y platillo que Candás, es una Villa de Olímpicos, y tampoco tendría mucho sentido, esa gala dedicada al deporte carreñense y que tanto gusta a nuestros políticos presidir cada año.
Respecto a estos 4 ó 5 vecinos a los que tanto molestan los niños, sorprende y resulta paradójico que hayan elegido vivir, frente a un colegio al que cada día acuden más de 300 alumnos y al lado de una plaza pública, habilitada para juegos infantiles. No me considero mala persona, aunque desde luego, disto mucho de la perfección, por eso no me avergüenza reconocer que en más de una ocasión he pensado, que quizás estas personas, lo que de verdad merecen es que cada fin de semana, la plaza sirva de lugar de encuentro para un buen botellón, con los problemas de ruidos, inseguridad y suciedad que ello conlleva, quizá entonces la idea de niños jugando cada tarde al lado de sus casas, no les resultase tan problemática. Aunque por supuesto, sería totalmente injusto para todos esos vecinos que jamás se han quejado y que llevan con resignación y absoluta normalidad la situación. Más de una vez, sentada en alguno de los bancos ubicados en dicha plaza, mi imaginación ha volado y he creído ver a la vecina del 2º con medio cuerpo asomando por el exterior de la ventana y gritando a pleno pulmón QUE VENGA HERODES. Aunque, mejor no dar ideas, que se empieza colocando carteles en las paredes y se termina