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Proyecto Aulastic / Familias

HARRY POTTER

HARRY    POTTER

 El pasado jueves 21 de febrero, salio al mercado el séptimo y último libro de la saga literaria  HARRY POTTER. Bajo el título HARRY POTTER Y LAS RELÍQUIAS DE LA MUERTE, en apenas cuatro o cinco  horas batió records de ventas llegando al medio millón de ejemplares.

 Se trata de un fenómeno sin precedentes en la historia de la literatura infantil.

 La imagen de niños comprando en los comercios, haciéndose con el producto y ansiosos por ir rápidamente a casa para probarlo, es algo que hoy en día se ve bastante, lo que sorprende en realidad, es que el producto en cuestión sea un libro y que “el probarlo” se traduzca en “leerlo”.  Tristemente, la situación nos resultaría más cotidiana  si estuviésemos hablando de un videojuego.

 Mi hijo Pablo, leerá esta última aventura, estoy segura de que está deseando conocer el final de la historia y es que ya se ha leído los otros seis libros que componen esta colección.

 Puedo imaginar que mientras leéis estas líneas viene a vuestra mente la imagen física de estos libros que tantas veces habéis visto en los comercios, bibliotecas e incluso muchos de vosotros tendréis en vuestros hogares. Se trata de libros de un tamaño considerable, entre 400 y 1000 páginas, sin ilustración alguna y con un tipo de letra bastante pequeña.

  Seguramente, estaréis pensando de Pablo, quien cuenta 9 años, que para leer este tipo de libros ha de ser un gran aficionado a la lectura. Nada más lejos de la realidad.

 Entiendo por aficionado a la lectura, esa persona, incapaz de dormirse sin haber leído al menos media página de ese libro que nunca falta en la mesita de noche, (aunque se encuentre tan cansado que al día siguiente tenga que volver a releer lo mismo de nuevo por que no recuerda nada). Esa persona que aprovecha cualquier ocasión para leer el libro que le tiene enganchado, (incluso las visitas al baño se convierten en un buen momento para continuar la lectura). Esa persona que nunca va a la playa, al campo, de fin de semana…sin la compañía de un libro en el bolso, el coche, la mochila y es que cualquier lugar puede ser bueno para un momento de lectura.

 La verdad, mi hijo hasta ahora, no hace nada de lo anteriormente citado. Los psicólogos o pedagogos, quizás tengan un nombre que defina esta realidad: niños capaces de leer volúmenes de gran tamaño prácticamente del tirón y después, pasarse meses sin tocar un libro si no estás encima de ellos. Yo no he leído ninguno de los libros de la colección y por tanto no puedo juzgarla, pero de lo que no cabe ninguna duda es que les debemos que niños y chavales lean libros de más de 500 páginas, algo que antes no hacían (y que algunos, quizás no vuelvan a hacer).    

  Por ahora Pablo, se limita a las lecturas obligatorias del colegio, cierto es que les dan total libertad para elegir entre la gran variedad de libros con que cuentan en la mediateca y que siempre que ha traído un libro ha tenido el compromiso de acabarlo y no dejarlo “aparcado” en el escritorio a la espera de que llegue el día de la devolución.

 Quizá aún pueda ser optimista respecto a la futura relación de mi hijo con los libros y la lectura. El hecho de que no haya optado por el libro fácil, el hecho de que el tamaño del volumen no le acobarde, el hecho de que tras leer la primera historia haya tenido la voluntad y perseverancia de continuar con el resto de la colección. Todas estas razones hacen que se abra una ventana a la esperanza, al fin y al cabo yo me considero una aceptable lectora y cursaba 7º de EGB (lo que hoy equivaldría a 1º de la ESO) cuando se despertó mi afición por la lectura.

  Y es que no es tan sencillo, eso que oímos y vemos por televisión de “si tu lees, el lee”, no siempre se cumple, o acaso lleve más tiempo del que yo pienso. Imagino que para ellos no resulta tan sencillo como lo fue para nosotros, demasiadas “tentaciones y distracciones” a su alrededor.

  Aun así, no ceso en el empeño, no doy la batalla por perdida, ya conocéis el dicho; “camino amplio y llano, camino no inaugurado”.

3 comentarios

Karyne -

He leído con mucha atención tu post y comparto algunos de tus puntos de vista. Realmente antes teníamos menos distracciones y leíamos más, pero creo que es muy cierto lo del ejemplo, solo que a los niños de hoy hay que darles un empujoncito!!! Mi hija tiene 8 años y no pasa un día sin leer y mira como empezó todo, 10 minutos diarios mandada por su profesora, luego 15 hasta que llegamos a los 30 minutos diarios. Primero leyó un libro cualquiera de cuentos y después dijo que quería leer los de Narnia, ya va por el cuarto y los devora, me pide que la deje leyendo un poco más... tal vez si es cuestión de qué tipo de libros quieren leer... a veces yo pretendía que se emocionara leyendo los libros que yo leí cuando pequeña y para mi tristeza no fue así... solo espero que cuando sea un poco más grande quiera devorarse al Principito o El pájaro de fuego!!! Un abrazo, Karyne

Conchi -

Por lo que cuentas creo que tenemos una afición compartida.En mi caso no recuerdo cuando empezó mi afición a la lectura pero yo me leía todo lo que pasaba por mis manos.En mi casa tengo algunos libros menos de los que quisiera,pues son un poco caros,y mis hijas siempre me vieron leer y he aqui la cuestión ,les cuesta un triunfo cojer un libro.
Siempre van a lo más comodo la televisión.Por ese motivo pienso que la afición a la lectura nace en uno no se impone.Asi todo no pierdo la esperanza que ellas algun dia se enganchen a este "vicio" si así se le puede llamar,para mí lo és.Saludos

101 -

Cada uno tiene una función, misión, actitud,.. pero el que se alimenta física o mentalmente es en gran parte cada uno. A veces, no salen las cosas como UNO QUIERE, y es que no todo es blanco o negro o de los colores que desearíamos: una profesión de un hijo, podemos haber influido, pero siempre lo ideal es lo que CADA CUAL decide. Muchas veces lo sembrado no fructifica, pero otras sí. Son tiempos diferentes ...
Pero gracias por tus reflexiones que compartimos.